Fases de una relación tóxica: aprende a reconocerlas

  • La repetición cíclica de las 4 fases en las relaciones tóxicas, es una de las mejores claves para identificarlas.
  • No hay criterios formales que definan una relación tóxica, por lo que es difícil asegurar si alguien está inmersa en una.
  • A pesar del daño y el abuso verbal, psicológico o físico, estas relaciones se perpetúan de forma disfuncional, y atrapan a las personas implicadas. Es crucial saber reconocerlas.

Las relaciones de pareja son complicadas

Construir y mantener una relación sana de pareja, es más complicado de lo que cantan en muchas canciones…

Venimos al mundo con la capacidad de crear profundos vínculos con otras personas. Lamentablemente, no nos acompaña un manual bajo el brazo sobre cómo cuidarlos y mantenerlos.

Muchas relaciones mejoran con aprendizaje, esfuerzo consciente y tiempo. Los conflictos son poco deseables, aunque son normales en toda relación humana.

Sin embargo, otras pueden ser altamente dañinas; incluso peligrosas. Existen relaciones en las que el conflicto, el daño y el malestar son los protagonistas. De forma cíclica o constante, se traspasan límites en distintas áreas y se forman dinámicas disfuncionales, pudiendo llegar al maltrato.

Por desgracia, muchas personas se encuentran atrapadas en relaciones «tóxicas». Estas relaciones se desarrollan lentamente. Cada límite vulnerado o abuso tolerado, son gotas de “toxicidad”, que pueden ir en aumento hasta que el vínculo es un caldo de cultivo para el maltrato (unilateral o hacia ambos).

¿Has sentido alguna vez que tu relación va mal y te hace daño? Tal vez viviste o vives en una relación tóxica sin saberlo.

Pero, ¿a qué le llamamos “relación tóxica”?

¿Cuándo una relación es tóxica?

Básicamente, se trata de una relación disfuncional, en la que uno o ambos miembros de la pareja, crean dinámicas en las que se dañan psicológicamente, a través de alguna forma conflicto o abuso (incluyendo verbal, psicológico, emocional, físico o sexual) de manera cíclica.

Con frecuencia existen (en uno o ambos) distintas modalidades de manipulación. En otros casos, no hay intencionalidad, pero ambos se hacen daño.

Todas las relaciones abusivas son tóxicas, pero no todas las relaciones tóxicas son abusivas. Un ejemplo de relación disfuncional que no es abusiva, sería esa pareja hostil, que vive discutiendo, en desacuerdo y faltándose al respeto, pero que no consiguen separarse. También aquellas en las que se relacionan de manera pasivo-agresiva.

Es un término muy popular, pero ambiguo. De hecho, no se utiliza en la literatura académica en psicología clínica, ni en la investigación científica sobre las relaciones.

La «toxicidad» se suele caracterizar por la presencia de daño cíclico y abuso; pero también por la hostilidad, la negligencia, el control, o la manipulación en muchos casos. La cara más negativa no está siempre presente, sino que cíclicamente se disuelve, volviendo un estado de calma.

Frecuentemente, la confusión es el síntoma que se mantiene presente, dado que también puede haber momentos de intensidad romántica y apego. Pero estos momentos, son eclipsados por la negatividad y el sufrimiento.

Si crees que estás en una relación tóxica, sigue leyendo. Es fundamental reconocer los signos de cada fase para buscar ayuda y salir.

Identifica el ciclo de las fases de una relación tóxica

Las relaciones tóxicas no son sanas para las personas involucradas. Es imposible hallar una estabilidad constructiva para ninguna de las partes.

Seamos claros: no es fácil de identificar.

Las facetas más negativas de una pareja, pueden no ser tóxicas ni abusivas aunque sean dolorosas. A veces hay una línea muy fina entre lo que es disfuncional pero dentro de cierta normalidad, y aquello que es «tóxico».

La mejor «prueba» para saber si una relación es tóxica, es comprobar si se siente alivio cuando se termina la relación. Lamentablemente, este “test” solo se verifica al romper. No nos sirve en el presente.

Existe una característica que sí te puede ayudar a identificar si una relación es tóxica: el ciclo de fases de una relación tóxica. La manera en la que cada uno lo vive es diferente, pero mantienen patrones similares en casi todos los casos.

Las fases de una relación tóxica son similares a lo que ocurre en situaciones de abuso y violencia doméstica. El «Ciclo del abuso« es una teoría descrita en 1979 por Lenore E. Walker, compuesto por 4 fases, que mantienen a la víctima en el abuso.

Por otro lado, los patrones comportamentales en los ciclos, tienen relación con la dependencia psicológica. Las conductas cíclicas son muy similares a las presentes en las adicciones.

Pareja después de conflicto, fases de una relación tóxica
Alex Green en Pexels

 

Las fases de una relación tóxica

A continuación se describen las etapas de una relación tóxica:

Primera fase – Luna de Miel

En el inicio de la relación, todo es «miel sobre hojuelas». En el enamoramiento se produce una distorsión de la realidad. La idealización permite ver al otro con un brillo especial y se minimizan sus defectos.  Uno se siente la persona más afortunada del mundo en esa ceguera. El deseo de estar juntos, de conectar en la intimidad, de deseo sexual,… es continuo e intenso. Con el tiempo, todo disminuye; esa es una señal de que el ciclo va a continuar avanzando.

En la relación ya establecida, la «luna de miel» es la etapa del reinicio del ciclo. La relación deja de vivirse como tóxica y se calma. Las tormentas afectivas se apaciguan, la vida cotidiana sigue con normalidad o alivio, y la rabia se disuelve. Hay disculpas, compensaciones y se hacen enmiendas. La pareja disfuncional puede hacer algunas mejoras menores durante este período.

En cierto modo, se vuelve a las emociones del comienzo de la relación. Es frecuente la presencia de sexo apasionado o las ganas de compartir de nuevo. Reconectar después del conflicto, refuerza el apego y deseo de estar juntos.

Lo más destacable, es la esperanza de que todo mejorará y la negación del problema. Esto permite que la pareja siga atrapada en el ciclo.

Segunda fase – Escalada

Esta es la fase en la que se endurecen las tensiones. Después de observar comportamientos abusivos, puedes darte cuenta de que existe un patrón.

Si aparece un comportamiento disfuncional conocido. En esta etapa, sientes la tensión en el aire: la comunicación se quiebra, los gestos se vuelven bruscos, el lenguaje se vuelve más hostil… Pareciera que uno tiene que caminar sobre “cáscaras de huevo”, con cuidado con lo que dice y hace para no provocar un estallido.

La tensión crece hasta que acaba haciéndose insoportable. Sabes que algo va a pasar, pero no sabes cuándo. Si hay tendencia al abuso, se comienza a mostrar la verdadera cara. Aparecen comportamientos como la devaluación, el castigo, y la crítica corrosiva, o bien, los celos, la posesividad y el control.

→ Leer más sobre cómo castigan las personalidades narcisistas en el amor.

Poco a poco, la libertad y el bienestar desaparecen, pero te aferras a la esperanza de que las cosas mejoren. Los esfuerzos por evitar que la toxicidad se filtre, se manifiestan en la evitación del conflicto, en mirar hacia otro lado deliberadamente. Si hay una dinámica de abusador-víctima, la segunda siente temor e intenta aplacar al agresor.

Si los dos tienden a la hostilidad, la escalada hacia el conflicto es inevitable. Suele producirse una tendencia a la provocación en aquellos temas que crean crispación. El filtro que contiene los comportamientos nocivos de cada uno, se va desvaneciendo.

La etapa del estallido, es cuando ocurre el incidente tóxico. Esta podría ser una situación explosiva, una forma de abuso o bien algún tipo de conflicto que estanca la relación constantemente.

¿Qué «envenena» la relación?

Aquellos comportamientos que no puedes controlar, te hacen daño y se vuelven a repetir. También, podrían ser tus propias reacciones y tendencias disfuncionales, que tal vez aún no admites. No es raro, que sea una combinación de ambas partes.

El estallido frecuentemente aparece en forma de abuso verbal y psicológico. Puede mostrarse en el tono (levantar la voz, gritar), contenido (insultos, amenazas) e intención (lastimar, humillar). Puede escalar hacia el abuso físico: empujar, agarrar, golpear, arrojar objetos u otros modos de elevada violencia física.

Una vez más se comprueba (como era de esperar), que no se ha podido cambiar la dinámica. Si el responsable del comportamiento o la víctima, no consiguen controlarse o alejarse, conducirá a un mantenimiento del comportamiento disfuncional.

Cuarta fase – Reconciliación y reinicio del ciclo

Tras el estallido, uno se siente devastado.

Aquí aparece el remordimiento, los sentimientos de culpa o el miedo a las consecuencias. En casos de abuso, la víctima siente dolor, temor, humillación, confusión, y puede atribuirse erróneamente la responsabilidad.

Esta fase se caracteriza por el afecto, la disculpa o, incluso, pasar por alto el incidente. En este punto, se marca un aparente final del conflicto. No es raro sentir una falsa certeza de que nunca volverá a suceder, o que se hará todo lo posible para cambiar.

Durante esta etapa, un abusador puede sentir (o afirmar que siente) un remordimiento y tristeza enormes. Algunos se desconectan con pocos comentarios, pero la mayoría tenderá a la reparación y compensación, colmando al otro de demostraciones de amor y afecto.

El abusador también puede victimizarse para evitar que el otro abandone la relación. En un extremo, puede amenazar con hacerse daño o suicidarse.

Con frecuencia, los abusadores son tan convincentes, como ansiosos se sienten los abusados para que la relación mejore. A pesar del desgaste y confusión, permanecen en la relación. La sombra de la posible ruptura y las consecuencias de las pérdidas causan temor: ahí se manifiesta la dependencia emocional.

Una señal inequívoca de la relación tóxica, es que uno puede estar exhausto, traumatizado y herido, pero aun así no puede dejar ir a la otra persona.

Si sientes que estás atrapada/o en una relación tóxica, es importante que identifiques las fases y busques ayuda para salir de ella.

La quinta fase: Salir del ciclo

Como psicoterapeuta, añado una quinta fase: aquella que permite cerrar el ciclo y poder salir de la relación disfuncional.

No todas las relaciones disfuncionales son irremediables. Tal vez necesitáis ayuda externa profesional, un espacio terapéutico donde aprender a reconocer y gestionar vuestros conflictos.

Si ambos queréis mejorar la relación, no te pierdas este artículo.

En muchos casos, lo más indicado es alejarse. Tomar la decisión de terminar una relación que te intoxica y a la vez que deseas, es duro, pero te permitirá reconstruir tu vida. Saldrás con cicatrices y desconsuelo, pero ganarás libertad y bienestar.

Un tiempo después de una relación tóxica, es normal sentirse profundamente aliviado. También puede que sientas confusión, soledad y resentimiento.

Asimismo, es natural sentir anhelo por volver. Este es el principal riesgo de recaer en el ciclo tóxico. Después de una relación así, es crucial darse tiempo para reflexionar, concienciarse de la responsabilidad mutua, y tomar medidas para que no vuelva a suceder.

Es fácil culparse a uno mismo y vivirlo como un fracaso. Aunque puede ser difícil, debes aprender a perdonarte: no es un fracaso, es un aprendizaje que te acompañará siempre y te permitirá construir relaciones más sanas. Trabajar en ti misma/o permite superar lo que sucedió y avanzar hacia un futuro mejor.

¿Estás atrapada/o en una de las fases de una relación tóxica?

  • Recuerda que destruyen tu salud mental y física. Los momentos buenos no compensan el destrozo.
  • Reconoce si en tu caso hay dependencia / codependencia. El miedo a la soledad y al abandono, la búsqueda de afecto, la tendencia a la sumisión, los sentimientos de inseguridad e inadecuación, son señales claras.
  • Rodéate o reconecta con personas que te aprecien y respeten, que te ofrezcan perspectivas desde fuera.
  • Si sientes que no puedes manejar la situación por tu cuenta, busca ayuda de un terapeuta o de un grupo de apoyo.

Si crees que estás pasando por alguna de las fases de una relación tóxica, busca ayuda lo antes posible. No permitas que la relación disfuncional siga envenenando y limitando tu vida.

Referencias

Walker, Lenore E. (1979) The Battered Woman. New York: Harper a

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